Sé que el título parece el de una peli porno de cuarta
calidad, pero les aseguro que la tirada es completamente diferente.
Es indudable que hay muchísimos factores que han
influenciado nuestra elección de carrera o profesión, desde las económicas y
sociales hasta las más íntimas y personales. Hoy hablaremos de éstas últimas,
dando especial énfasis en los sucesos determinantes, aquellos que marcan un
antes y un después, aquellos que no olvidamos y ponemos en el pedestal de
nuestros recuerdos más especiales.
Muchos de mis colegas tienen padres diseñadores, pintores o
ilustradores quienes sin duda influyeron, inconscientemente si se quiere, en su
decisión de dedicarse a dibujar, otros tantos, como es mi caso, tuvieron padres
con profesiones a primera vista incompatibles con la nuestra (mi papá es
matemático), pero que nos apoyaron a pesar del desasosiego de ver a sus hijos
tomar un camino profesional incierto.
Pero, qué hace que, a pesar de las dificultades, diferencias
y oposición en algunos casos, hayamos optado por las monerías? Hoy les contaré
uno de esos sucesos personales que cambian para siempre la vida de uno, a pesar
de parecer intrascendentes a primera vista.
Cursaba yo el primer grado de primaria, allá por el año
1987, las vacaciones de fin de año estaban próximas y a nuestro grupo le
correspondía el deber de montar el periódico mural referente a las fechas
conmemorativas por venir: el aniversario de la Revolución Mexicana y por
supuesto, la Navidad. Así que la maestra (cómo me gustaría el poder acordarme
de su nombre) convocó a los alumnos para que se ofrecieran voluntariamente a
elaborar dibujos referentes a dichas celebraciones.
Me ofrecí en el acto, pues desde los 4 años me encantaba
dibujar, aunque nunca había pasado por mi infantil cabeza el dedicarme al
dibujo profesionalmente, vaya que ni siquiera conocía yo esa profesión, yo
pensaba que cuando la gente iba a trabajar llevaba en su portafolios un
martillo y clavos que se ponían a clavar en alguna oficina lejos de casa, esa
era mi idea del "trabajo".
Pues bien, la maestra seleccionó a dos niños y a su servidor
para elaborar los dibujos, a mí me tocó el de las Posadas. Así que llegué a mi
casa muy contento pues por fin se me había encomendado una tarea que me
agradaba, me compraron medio pliego de cartulina blanca, se me facilitaron
lápices de colores y empecé gustoso la tarea.
Obviamente, el placer me invadía y ponía todo mi empeño, al
punto de que yo veía mis trazos como una gran obra de arte (aún tengo grabados
en mi memoria los monigotes que en realidad estaba haciendo: criaturas planas
de cuerpos como boilers y con narices desproporcionadas y enormes, con manos atrofiadas
sosteniendo palos amenazando a una muy, muy esquemática piñata, todo sin
ninguna preocupación por la proporción y la perspectiva, con decir que parecía
que todos yacían acostados en lugar de parados en la calle que servía de
fondo). Pues bien, concluí mi obra orgulloso más del esfuerzo y empeño que
había puesto en su elaboración que en el resultado y me fui a dormir.
Al día siguiente, día de entrega de los deberes, estaba yo
impaciente de mostrar mi trabajo, pues le había echado todos los huevos de que
es capaz un niño imberbe de 7 años; cuando de repente me topo con los dibujos
elaborados por mis compañeros, no recuerdo más que uno, lo que sí recuerdo
perfectamente es que ambos dejaban mi pobre dibujo en la calle del ridículo.
Uno de ellos lo recuerdo casi perfectamente: era el dibujo
de un revolucionario acompañado de una adelita, PERFECTAMENTE DIBUJADOS! sin
duda, viendo hoy en día las cosas en retrospectiva, el dibujo estaba
simplemente bien hecho y medianamente proporcionado... pero en aquel entonces a
mí me pareció una maldita fotografía! Con proporciones perfectas, el color
aplicado de manera magistral, expresivo, inspirador, con una técnica impecable,
en fin, que hacía ver al mío como una especie de cartón pintado por un
chimpancé manco, bueno, así lo vi yo en ese momento.
Así que me desinflé completamente y ni ganas tenía de
mostrar el mío, de hecho, pasó por mi cabeza decirle a la maestra que había
olvidado hacer la tarea. Pero al fin, la maestra nos convocó a los dibujantes y
fuimos mostrándole nuestros trabajos.
Recuerdo que vio el de mis compañeros inexpresivamente y
cuando llegó al mío, simplemente sonrió, no conmovida, sino divertida... estaba
perdido! Bueno, no perdido, pero obviamente mi obra no iba a figurar en el
periódico mural al ser una aberración abyecta. Así que sin más preámbulos, dio
su veredicto: como se notaba que a Andrés, el "autor" de la magna
obra y a mi otro compañero, cuyo nombre no recuerdo, sus papás o hermanos
mayores les habían ayudado, sus obras no se iban a montar en el periódico y que
la mía, por ser, EVIDENTEMENTE POR HÓRRIDA la única en la que no se apreciaba
ninguna ayuda paterna o filial iba a ser la única que saldría
"publicada".
Cómo me gustaría acordarme del nombre de mi maestra! A
partir de ese día y gracias a su decisión, que supongo, para ella también fue
intrascendente, tomé conciencia de lo mucho que me faltaba para poder ser buen
dibujante y me prometí a mi mismo que practicaría hasta ser si no excelente, si
hábil en el dibujo.
Cómo me gustaría acordarme del nombre de mi maestra! Y
decirle que gracias a esa pequeña (para ella) decisión, yo soy quién soy hoy en
día. Y no hablo de popularidad o talento, no se equivoquen, sino de ser alguien
que tiene el privilegio de dedicarse a hacer monos y de vivir de lo que más le
gusta hacer.
Cómo me gustaría acordarme del nombre de mi maestra!
Así fue como sucedió, a partir de entonces miles de cosas
han influido en mi carrera, pero ninguna como la que les acabo de contar. Así
que si ustedes tienen un recuerdo similar y les gustaría compartirlo, estaría
gustoso de que me lo contaran.
Saludos a todos y gracias por leerme. No olviden darse una
vuelta por mi Deviantart: http://moutsider.deviantart.com/
Y no olviden echarle un ojo a nuestro webcomic (recuerden
que el número 2 se estrena este día del niño!): http://estudiogam.com/nahualo/#/0
Saludos y nos vemos en la próxima entrada, donde hablaremos
de anime. YEAH!
Y recuerden: sigan dibujando!
M.
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